Cuando el inicio de la nueva temporada prenda los focos en los estadios del fútbol inglés, será la Premier League la que cope toda la atención. Sus grandes
estrellas, sus grandes duelos y su fútbol rápido y vertical eclipsará
un peligroso partido disputado en la Championship ,
el que enfrentará al West Ham y al Millwall.
Alejado del mundanal ruido de una de las mejores ligas de Europa, sumergido en el infierno de la segunda división, se disputará uno de los encuentros más arriesgados del fútbol inglés, europeo y probablemente mundial; un partido en el que sus aficionados saldan viejas cuentas que van mucho más allá de lo meramente futbolístico.
En la trigésimoséptima jornada de liga, el West Ham consumaba su amargo descenso tras caer por 3 tantos a 2 ante el Wigan de Roberto Martínez. La pesadilla para los 'hammers' se cumplía en el DW Stadium después de que al conjunto de Avram Grant le remontasen un 0-2. El descenso del histórico equipo conllevaría implícita la disputa del tan temido duelo con su rival, el Millwall, que milita en la segunda división inglesa.
Sin embargo no ha sido estrictamente necesario que ambos equipos jugasen en la misma división para ser testigos de sus duros encuentros. El último de ellos tuvo lugar en la Carling Cup , en 2009. Su saldo, como suele ser habitual, fue demasiado elevado: una puñalada en el pecho, varios traslados al hospital, una decena de detenciones y 6 horas de batalla campal a la 'conclusión' de un partido que tuvo que suspenderse.
Una vieja rivalidad.
El aire de exacerbada crispación que se respira alrededor de este partido es incapaz de encontrar en lo futbolistico una mínima justificación. Ni siquiera fuera de los campos de fútbol puede entenderse ni razonarse el odio que arrastra a los seguidores de uno y otro equipo. Su origen, no obstante, se remonta a mucho tiempo atrás y, lejos de los terrenos de juego, nos sitúa en los astilleros de la vieja Londres.
1885. J.T Morton, propietario de la empresa de conservas C&E Morton, fundó el Millwall Rovers en la zona de los muelles conocida como Docklands (de ahí el apodo de lo seguidores del equipo, "dockers", que significa estibador, obrero que recoge materiales, generalmente de barcos). El fin de la empresa era el de envasar comida para los navíos.
Diez años más tarde, al otro lado del río se fundaba el Thames Ironworks and Shipbuilding Co. Ltd (actual West Ham). Su nombre hacía alusión al trabajo que desarrollaban en la fábrica desde la que se fundó, que se dedicaba a construir barcos.
Este hecho coincidió con la marcha de los "dockers" a los astilleros de Millwall y a partir de ese momento empezó a nacer una gran rivalidad entre los dos equipos.
Millwall y West Ham no eran sólo dos clubes de fútbol. Debido a su origen proletario, ambos clubes se erigieron en la representación de la clase trabajadora. La depresión financiera de la época, además, entremezcló los enfrentamientos deportivos con los económicos. La puntilla la puso la convocatoria de una huelga general en la década de los 60 que los trabajadores que seguían al Millwall secundaron y los del West Ham no.
Durante esos años, la violencia en el fútbol inglés se incrementó de forma considerable. Años más tarde, incluso, se prohibiría a los clubes ingleses participar en competiciones europeas, como consecuencia del exhacerbado 'hooliganismo' que caracterizaba a sus aficionados. Seis años de destierro con graves consecuencias para el fútbol en general y el inglés en particular.
Rivalidad ayer y hoy
Arraigado en los viejos odios de antaño, los enfrentamientos entre West Ham y Millwall siguen representando la cara más amarga del fútbol en la actualidad.
Durante la disputa de un amistoso en 'The Den' (estadio del Millwall) para homenajear al jugador Harry Cripps, que había militado en ambos equipos, los aficionados aprovecharon para saldar viejas cuentas. El inicio de los enfrentamientos que tuvieron lugar en aquel encuentro, vivieron su punto culminante en un siguiente partido liguero, donde se produjeron muertes en ambos bandos, algo que marcaría para siempre la rivalidad ya existente.
Con motivo de la disputa de la Carling Cup en 2009, los dos equipos volvieron a encontrararse. Ya antes del partido, empezaron las quedadas por internet entre las dos aficiones.
Durante su desarrollo, las invasiones de campo en el Upton Park (estadio del West Ham) desbordaron completamente a las fuerzas de seguridad.
A la conclusión del encuentro, los enfrentamientos entre aficionados y policia prosiguieron, con unas fatales consecuencias: un muerto y una veintena de heridos.
Inspirada, precisamente en la rivalidad entre estas dos aficiones, tomó forma la película 'Hooligans', que refleja a la perfección la violencia que caracteriza los agrios encuentros producidos entre estos dos grupos de aficionados.
La fama precede a los 'leones'.
Dicen que 2 no se pelean si uno no quiere, lo cual no libra a ninguno de los dos equipos de las lamentables situaciones en las que suelen verse inmersas sus hinchadas pero lo cierto es que pese a enorgullecerse de ello, la afición del Millwall no basa el miedo y el respeto que se siente hacia el nombre de su equipo en aquello que son capaces de conseguir sobre un terreno de juego (su currículum futbolístico es bastante pobre), sino en la violencia que se vive en buena parte de sus seguidores y que se ha convertido en la lamentable seña de identidad del club.
Los 'leones', que es como se conoce actualmente a su hinchada (pese a que muchos siguen utilizando el término 'dockers') gozan de una fama violenta, que ya no sólo se dirige al West Ham, aunque con este último sí se vea potenciada.
Según una encuesta realizada en el año 2007, la afición del Millwall entraba en el Top Ten de los equipos con más rivalidades directas y es que son muchos los que en Inglaterra, temen haber de enfrentarse a ellos, precisamente por el ambiente que se genera, en especial en sus gradas.
Actos como romper la valla de su propio campo para desmantelar el césped en el último partido que se disputó en su anterior estadio (The Den), los contínuos cánticos racistas e incluso la creación de un arma improvisada a la que denominan 'Millwall Brick' (una especie de puño americano realizado con hojas de periódico) son, al margen de sus continuos enfrentamientos, aquello que generalmente les convierte en noticia.
Algunos de sus actos exigieron en su día varias modifiaciones en la legislación inglesa, como por ejemplo la obligación de permanecer sentado durante el desarrollo de un partido.
Conscientes del recelo que despiertan en los demás, los hinchas del Millwall han hecho suya una particular adaptación del tema 'Sailing' de Rod Stewart, cuyo estrbillo contiene el que se ha convertido en su lema: "No one likes us but we don’t care" (No gustamos a nadie pero no nos importa).
El 17 de septiembre, con el Millwall como local y el 4 de febrero del próximo año con los 'leones' como visitantes, los dos equipos volverán a enfrentarse y lo único que cabe esperar es que lejos de los actos y tropelías que avergüenzan a dos clubes de gran tradición en Inglaterra, pueda verse un espectáculo futbolístico digno de la responsabilidad que debería exigirles ser quienes son: grandes impulsores del fútbol inglés, presentes en los inicios del deporte rey en las islas y representantes de un sector social cuyas señas de identidad deberían ser la lucha, el trabajo y la búsqueda honorable de una meta digna.
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