sábado, 26 de abril de 2014

Dinamo 2-5 FC Barcelona Alusport. La crónica

Paco Sedano abraza al Barça y a Europa

El FC Barcelona Alusport, que acusó una pésima basculación defensiva durante el tiempo reglamentario, se alzó con su segundo campeonato europeo de clubes después de vencer al Dinamo de Moscú en la final de la UEFA Futsal Cup, como ya hiciera en Lleida en el año 2012. Los rusos pierden su tercera final continental consecutiva y aumentan la sed de títulos europeos (era su sexto último partido en la última década con sólo una victoria en el año 2007). En la disputa por el tercer y cuarto puesto, el anfitrión Araz Naxcivan igualó su mejor resultado en el campeonato (cosechado en Lisboa 2010) y subió al cajón gracias a su victoria frente a Kairat Almaty, hasta entonces campeón europeo, por 4-6. (Fotos: UEFA).




El partido más importante del fútbol sala europeo llegaba con dudas a su cita más esperada. No estaba en el guión que ni Dinamo de Moscú ni FC Barcelona Alusport sufrieran de forma tan evidente en sus respectivas semifinales, por lo que el espectáculo que se anticipaba entre los dos favoritos acogía amenaza de fatiga sobre el parqué negro del Sarhadchi Olympic Sport Complex de Bakú(Azerbaiján). El Barça, que casi había recurrido a los apósitos frente al Araz Naxcivan, disponía de heridas mentales por los anómalos resultados de otras competiciones. Enfrente, un Dinamo de Moscú con dientes apretados y ojos acalorados que lucía en su pecho la cicatriz que en 2012 le había infligido el propio equipo de Marc Carmona en Lleida, cuando sucumbieron por 1-3 y el negro de la pista Barris Nords adquirió color de celebración. Como en aquella ocasión, Bakú fue testigo de que un ruso alcanza mayor palidez en la derrota.

Antes, enrojecieron sus mofletes y sonrojaron al FC Barcelona Alusport. Tino Pérez, entrenador español del Dinamo de Moscú, tenía un semblante goloso y obeso, metafóricamente, de los vídeos y vídeos que había consumido en pos de frenar la maquinaria blaugrana. Tanto tragar material audiovisual terminó siendo efectivo, pues los jugadores barcelonistas no alcanzaban más que a ver piernas contrarias en cada intento de pelota del que disponían. Rakhimov por aquí, Rómulo por allá y Nando en aquel otro lado. Los rusos se estaban hinchando a medida que se mostraban certeros en el corte y rápidos para el contraataque. Cada vez que Fernandinho cabalgaba con las miras puestas en Paco Sedano se escuchaba tras él la música del miedo y las orejas de Torras y Aicardo se enrollaban para evitar su melodía. Ni con tapones se librarían de que Rakhimov, que engaña con su deje encorvado, Fernandinho y Tatù convirtieran a Paco Sedano en Pacazo. Una y otra vez, en triangulaciones que obligaban a los culés a sacar la lengua fuera y jadear con rostro de súplica, el Dinamo de Moscú evidenciaba que su oponente era lento en el repliegue y, sobre todo, dejaba las marcas sin fijar. Esto, para que lo entiendan,significa mezclar Mentos y Coca-Cola Light para pésame de Marc Carmona, que no supo penetrar la solidez defensiva contraria.

Su homólogo Tino Pérez adoctrinó a sus pupilos de manera magistral: leyó el sistema de ataque catalán y lo desactivó. Ni siquiera la estrategia, que es el oxígeno de este Barça, permitió a los españoles respirar con cierta tranquilidad. Siempre estaban exhaustos en busca de un botellín de orgullo que no alcanzaron a vislumbrar, pues el Dinamo engulló todas sus virtudes y las achicó para hacer del FC Barcelona un equipo sin recursos. Apenas se veía alegría para los de Carmona, si acaso alguna que otra pared rápida y zancada de Lozano, que nunca llegó a sentirse cómodo porque si no esto no hubiese sido una final. A esta discontinuidad en la fluidez de bola vino a aparecer Rómulo para evidenciarla con más rotundidad: cogió el esférico en un palmo y en dos superó a Aicardo para puntear y sumar el primero. Con todo merecimiento, el Dinamo de Moscú había maniatado y desquiciado a su rival, que se despedazaba progresivamente si no fuera porque Sedano era inmune a tal zozobra.

Y qué me dicen de Rómulo, que no contento con sembrar esquizofrenia en el bando contrario también lo hizo sobre los espectadores. ¡Rómulo, que es como obligar a un tótem a mostrar reverencia! Se sacó una tijera a un metro del suelo que Sedano sacó con la cabeza antes de que le salieran pajaritos a su alrededor del mareo. Mareado estaba el Barça, casi con náuseas, por lo que la final de la primera parte serviría, en términos geográficos, para encontrar su sitio, que desde las 18:30 horas de la tarde se situaba lejos de Bakú. Era una complicada tesitura para Marc Carmona: debía buscar desequilibrio con nombres como Wilde, Igor o incluso Lin, pero sus hombres estaban tan agazapados que hasta un pestañeo ruso les hacía tropezar.

Al volver a la pista se vio algo de cambio, al menos en los primeros cinco minutos. Dos lanzamientos rápidos hicieron intervenir aGustavo (fíjense: primera mención), que hasta entonces andaba entre el sueño y el resentimiento por el sueño en una final continental ante la falta de trabajo. 

Tanta relajación evitó que el arquero llegara al chut de Gabriel, que anotó el empate con una puntera propia de su macarrónico estilo: ortopédica, pero efectiva. Hasta ahí se recompuso un Barça que recayó cuando Tatù quiso juguetear un rato con Fernandinho y Nando. A estos brasileños (nacionalizados algunos, pero brasileños) se les va la cabeza con la diversión y el juego tanto que disfrutan con ello; ya no es plan de ganar, sino de embellecer la victoria. Lo del brasileño es digno de estudio: su facilidad para toques rápidos y llegada al área se asemeja al corte de la cuchilla, en la que no se atisba herida hasta que emana la sangre y deja un río por el rostro. El FC Barcelona estaba lleno de cortes que no coagulaban, y cuando uno de esos se volvía costra, ahí estaba Rómulo (otra vez) para arremeter con otro golpe al palo. Era un sinvivir para los barcelonistas, que encontraron algo de éxtasis tras unos minutos de tregua pactada entre ambos (o eso parecía). Sonó la campana y acaeció el tiempo de recreo de otro brasileño, Dyego, este de parte azulgrana: se permitió combinar juventud con Aicardo (cual pívot) y a la cesión del gaditano le siguió el disparo que adelantaba al Barça. Con tiritas en la cara, pero con un tanto de ventaja.

Ahí se enfadaron los moscovitas, que desde entonces sólo quisieron amoratar la portería de Sedano. Coincidiendo con la rabia del Dinamo, Fukin, Fernandinho, Cirilo y Tatù se sucedían uno detrás de otro con diversos disparos -al final acabarían con 52-, que si bien es en número inferior a los de su rival, sí que eran precisos (se contabilizan más chuts a puerta que el Barça). En esto que ocurrió de todo: paradas de Sedano (hay que nombrarle las veces que hagan falta), palos, fallos clamorosos y, por supuesto, el gol del empate (obra de Tatù). En esta histeria que se convirtió el final de la segunda parte se atisbó más actividad en el ataque barcelonista, aunque falto de puntería. Fue un tiempo de incertidumbre, de posibles pasos en falso y de desastre defensivo en los de Marc Carmona. En muchas ocasiones, se tiende a camuflar el despropósito en la basculación defensiva con las intervenciones de Paco Sedano, craso error, puesto que lo último lo posibilita lo primero, es decir, si se establece una correcta decisión en la zaga se evitan las ocasiones y, por tanto, que se luzca el portero. No fue así y al final de los 40 minutos había empate a dos. Así que prórroga.



El Barça se transformó en el tiempo extra

Se conoce que en la liga rusa los partidos son a 50 minutos en cada jornada, un hecho que podría dar ventaja a los de Tino Pérez en la prórroga. Sin embargo, no fue así. A los catalanes les vino un ataque de tesón y control de sus jugadas, sobre todo a partir del gol deFernandao, que cabeceó (sí, cabeceó) un rechace que dejó en el aireGustavo a continuación del disparo de Aicardo. A Fernandao casi le dio un amago de infarto cuando el árbitro fingió anularlo para después añadir: “Que no, machote, que te lo doy”. Cualquiera se encara con Fernandao, ¿saben? Con un gol de ventaja, al Barça le crecieron bemoles y testículos para atajar la situación y a los rusos se les fue la disciplina del todo.

Aunque sufridos, el Barcelona hizo todo lo que no se le vio en el tiempo reglamentario y defendió con entereza, creyéndose que el triunfo era suyo y de nadie más, como el niño que no suelta la piruleta a riesgo que le desencajen la mandíbula. Para colmo de Tino Pérez, Fernandinho, su mejor jugador, cayó de mala manera en un lance y se le puso el codo a la virulé: salió en camilla y con luxación en la extremidad. En esa esquina del infortunio quedaron las opciones del Dinamo, que con portero-jugador estuvo anulado con el buen rombo cambiante que montó Carmona. La apuesta del juego de cinco acabó mal para el Dinamo, que encajó goles de Sergio Lozano –discreto por molestias- y Paco Sedano. El meta, como buen superhéroe, dio el último golpe tras ser agujereado por casi todo contrincante. La justicia no se entendería de otra forma.

Así, el FC Barcelona Alusport conquista su segunda corona europea(2012 y 2014) y empata con Playas de Castellón, que tiene las mismas. Por encima, sólo Inter, que aglutina tres; por debajo, seis equipos más, con una: Charleroi, Benfica, Ekaterinburgo, Montesilvano, Dinamo de Moscú y Kairat Almaty. Los rusos perdieron su tercera final continental consecutiva (la quinta en diez años) y se erigen como los que más subcampeonatos acumulan.

Como curiosidades:

A) El FC Barcelona ha disputado tres ediciones de la UEFA Futsal Cup (18 partidos) con un bagaje de 15 victorias, dos empates y una única derrota. Esto le ha valido para conseguir un tercer puesto (2013) y dos campeonatos.

B) Desde el 8 de febrero, España no era ni campeona de Europa de clubes (Kairat Almaty) o selecciones (Italia) ni campeona del mundo de clubes (Dinamo de Moscú) o selecciones (Brasil). FC Barcelona Alusport rompe esta estadística.



El anfitrión suma medalla en su casa

En el partido de consolación por el tercer y cuarto puesto, disputado entre Araz Naxcivan y Kairat Almaty, ocurrió lo que se preveía: hubo barra libre de portero-jugador para ambas escuadras, que abusaron de la especulación y, consecuentemente, cometieron fallos que posibilitaron un abultado marcador (4-6 para Araz). La primera parte, eso sí, correspondió al dominio de los kazajos, que se aprovecharon de su mayor experiencia para controlar al Araz. Aún así, fue un partido con muchas interrupciones y bastante denso.

En cuanto a la segunda parte, se potenció el juego de ataque y las superioridades con portero-jugador. Las equivocaciones en las estrategias promovieron un juego libre donde Araz Naxcivan se llevó la medalla de bronce gracias a la expulsión del portero rival, Higuita, que condicionó profundamente al Kairat.

Antonio Pulido

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