Angellott Caro: "¡Hay que soñar!"
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“Quizás debería dejar que me pellizquen para ver si todo esto es cierto… En realidad, mejor no: ¡si es un sueño, no me quiero despertar!”.
La risa Angellott Caro explota en la zona mixta del estadio Cubierto de Huamark, y lo bien que hace: su selección Colombia acababa de provocar una nueva sorpresa en la Copa Mundial de Futsal de la FIFA Tailandia 2012 al eliminar a la durísima Ucrania, ganándose así privilegio de enfrentar a la campeona defensora Brasil en las semifinales de la competición.
“¿Sabe qué pasa?”, pregunta retóricamente el habilidoso ala colombiano a FIFA.com. “Nosotros veníamos a Tailandia a pasar al primera ronda nada más. Si alguien me hubiese dicho antes del Mundial que íbamos a estar entre los cuatro mejores del mundo, le hubiera contestado que estaba completamente loco. Ahora no tenemos nada que perder y todo por ganar”, agrega.
Méritos y sacrificios
Caro es, quizás, el mejor ejemplo de la transformación que ha sufrido Colombia a lo largo del torneo, ya que él ha debido dejar de lado su mentalidad ofensiva para darle paso al sacrificio defensivo. “Es cierto, a mí me gusta ir siempre para adelante. Así le jugamos a Guatemala y nos costó cinco goles. Tras ese partido nos dimos cuenta que primero debíamos mantener nuestro arco en cero, y luego atacar. Allí hubo una gran mérito del cuerpo técnico, que nos convenció del camino correcto”, reconoce el futbolista, quien acumula tres goles en el torneo.
El otro gran mérito del grupo, expresa Caro, es su mentalidad. “Los colombianos solemos ser muy conformistas, pero ese no ha sido nuestro caso. Después de eliminar a Irán nos dijimos a que estábamos haciendo historia, pero que todavía no habíamos ganado nada. Por eso no nos relajamos y jugamos con plena concentración ante Ucrania”.
Acá ninguno tiene miedo. Sí respeto, porque sabemos quiénes son y dónde juegan, pero hasta ahí. Si no hubiéramos creído en nosotros, no estaríamos aquí.
Angellott Caro sobre Brasil, su rival en semifinales.
Durante la conversación con FIFA.com, el entrenador brasileño Marcos Sorato pasa por detrás de Caro, se detiene y le da un cálido abrazo. La explicación del gesto permite conocer al futbolista un poco más en profundidad. “Nos conocemos desde 2009, cuando, tras los Juegos Bolivarianos de año, fui convocado por el argentino Fernando Larrañaga para integrar el equipo del Resto del Mundo en una serie de amistosos ante Brasil. De allí salté a la República Checa, luego a España y ahora estoy en Venezuela, donde fui campeón hace poco”, narra el jugador, quien nació en Bogotá pero simpatiza por el Atlético Nacional de Medellín.
Su seleccionador Areny Fonnegra completa el perfil de Caro. “Es un dotado técnicamente, pero tiene un gran temperamento que a veces le juega en contra. No tuvo un buen comienzo de Mundial y recibió algunas críticas, pero supo cambiar y ahora lo elogian. Cuando termine de madurar y comprenda todo lo que tiene para dar en lo colectivo, nos transformará en un equipo mejor todavía”.
Brasil en la mira
Sacando la edición inaugural, Colombia es el cuarto equipo debutante en alcanzar las semifinales de la Copa Mundial de Futsal de la FIFA, hito que comparte con Irán (Hong Kong 1992), Ucrania (España 1996) y Portugal (Guatemala 2000). Sin embargo, ninguno de ellos logró meterse en el partido decisivo. “Ya le dije, para nosotros todo es ganancia. Por eso estamos jugando sueltos, divirtiéndonos y pasándola bien. Con responsabilidad y sacrificio, pero disfrutándolo”.
Su próximo rival no es otro que Brasil, campeona del mundo y más candidata que nunca tras remontar un 0-2 ante Argentina en cuartos de final. “Los conocemos bien. Nos ganaron cómodo la última vez que nos enfrentamos (5-1), pero ahora somos otro equipo. Quizás nos dejen jugar más que los rivales anteriores, aunque con la calidad que tienen, cualquier distracción la pagas con un gol en contra”.
A Caro no le asusta el brillo de las estrellas a las que enfrentará, por eso deja un mensaje optimista antes de partir. “Acá ninguno tiene miedo. Sí respeto, porque sabemos quiénes son y dónde juegan, pero hasta ahí. Si no hubiéramos creído en nosotros, no estaríamos aquí… ¡Hay que soñar!”.
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