Hace ya tiempo escuché decir a un conocido director de cine, que el Fútbol tenía una gran capacidad de hacer evadir a la gente de todo aquello que le rodeaba. Es cierto, ya que yo no soy seguramente la persona más entendida y aún así cada fin de semana, soy testigo de como millones de personas encuentran en él, el bálsamo perfecto para sobrellevar los desencantos, una ilusión para devolver las ilusiones (muchas veces atrapadas en la tela de araña de la monotonía que envuelve nuestras vidas) la compañía perfecta para esas noches de insomnio con la luz apagada y el reflejo de la lucecita de la radio encendida con el volumen al mínimo para no molestar a nadie.
El Fútbol comparte ese poder con la Música. Cede su templo durante unas horas y en el mismo césped por donde unas botas alcanzan el área, también se contonean unos zapatos de tacón juntos a unas “all star” dando saltos en algún estribillo. Comparten sensaciones, comparten vestuarios con olor a nervios e inseguridades. La música nace en el banco de una plaza y la pachanga callejera también. El acorde serpentea por los trastes como el regate por el parqué. Siempre buscando la mejor jugada, siempre buscando la perplejidad del prójimo haciéndole desear el haber sido el quien tuviera el privilegio de haber creado tan desmesurada hazaña.
Cuantos chavales salen de sus casas a entrenar cada tarde. Cuantos llenan locales de ensayo destartalados construyendo canciones con mayor o mejor fortuna. Todos buscando esa ecuación perfecta en la que el esfuerzo y la constancia son esenciales pero en la que las circunstancias de la vida (llámense destinos, llámense trabajos) truncan o ayudan a dar con el resultado correcto, el exacto, el que todos buscan pero que muy pocos encuentran.
Todo denominador común tiene también su lado oscuro: intereses, envidias, frustraciones (colectivas y personales) Ambos mundos generan y mueven mucho dinero. A veces con tanto ruido de fondo, tanta luz artificial de focos, que no permite escuchar ni ver la esencia real que los envuelve. Necesitan de corazón para poder colorear la parte gris que les viste. Se necesita corazón para una canción, se necesita corazón para una “cola de vaca”, se necesitan.
Que ruede el balón, que suene la música.
AITOR IRASTORZA
Bienvenido al mundo blogger David!
ResponderEliminarEstaré atento a tus entradas donde espero vuelques la pasión hacia este deporte que nos transmites a los que te rodeamos.
Nos vemos... o nos leemos.
ADRI
Pd: Además se demuestra de nuevo que tienes buen gusto, como mi menda, ya no solo coincidimos en los abrigos, pantalones,... sino hasta en la plantilla del blog!
Sr. Historiador!!! Un placer que alguien como tú escriba en este humilde blog jejeje. Ya sabes que es normal que coincidamos, dos tios con tanta clase...jejeje
ResponderEliminarY lo dicho, ya nos iremos leyendo e informándonos
A q se te conozca david! aver si tienes suerte!!
ResponderEliminarJEDASPORTS ESTA CONTIGO!
¿Cómo se llama el libro? Se puede comprar???
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